CEMENTERIO DE AGRAMONTE. OPORTO.


















Para los que vayan por primera vez a Oporto no es una visita imprescindible y si la estancia dura pocos días, no es prioritaria, pero para los que repiten viaje en busca de sitios diferentes y que marcan la personalidad de una ciudad, el cementerio de Agramonte es una experiencia interesante. Sin llegar a la monumentalidad extrema del cementerio de Prazeres de Lisboa, el lugar es un "must" para los amantes del turismo funerario o incluso para los que admiran el arte de la muerte. Por cierto que el cementerio se halla muy cerca del centro histórico, puesto que lo de los cementerios periféricos solo se da en España. Lo tenemos cerca de la inmensa rotonda Loureiro Mousinho de Alburquerque, a escasa distancia de la Casa de la Música. El lugar está muy bien mantenido  y le falta ese aire de abandono de los grandes cementerios de París. Aquí hay grandes personalidades portuguesas enterradas y también gente como usted y como yo.

Los orígenes del cementerio se remontan a mitades del siglo XIX y en un principio se trataba simplemente de enterrar a la gente, pero la posterior reordenación lo convirtió en todo un monumento, con el aspecto de una ciudad que no está poblada por vivos pero que tiene sus calles y sus edificios para ricos y pobres.

La grandiosidad soprende en todo momento y es un lugar que deberías visitar incluso si no tenías previsto hacerlo, aún si no te gustan los cementerios e incluso si tienes mucho miedo a la muerte. Uno sale de allí haciéndose profundas reflexiones sobre nuestra existencia.

El mejor reportaje fotográfico posible lo tenemos en este enlace, que recomiendo encarecidamente.

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