NUEVO TELEFÉRICO EN OPORTO

 Oporto compite con Bilbao a ver quién tiene más medios de transporte diferentes. Oporto tiene tren de cercanías, metro, tranvía, barcos, autobuses y funicular, pero no cuenta con puente colgante. Oporto ahora gana en altura con su nuevo teleférico, una atracción fundamentalmente turística que une la baixa de la ciudad, a la orilla del río Duero, con la vecina población de Vila Nova de Gaia, que se halla enfrente y es donde se encuentran las famosas bodegas del Vinho do Porto.  El teleférico sirve para ascender una altura de 60 metros en un recorrido de 600. El viaje nos lleva al Jardim do Morro, junto al monasterio de la Serra do Pilar, donde hay una parada de metro y excepcionales panorámicas del río Duero y la ciudad de Porto.

La tarifa no es precisamente popular y el viaje de ida y vuelta se planta en los 9 euros del ala, lo que no es precisamente ningún chollo, aunque siempre hay gente que sube por primera vez en un teleférico y aprovecha para disfrutar las vistas aéreas, que pueden ser gratuitas si sencillamente cruzamos el río por el puente de Don Luis (por el tablero superior), que es peatonal y por el que también pasa el metro (en modo tranvía en ese tramo). Actualmente la orilla derecha ya dispone del funicular dos Guindais, que une la catedral de Oporto con la zona de la Ribeira, incluido en el sistema de transporte público de la ciudad y en el que se puede viajar con el billete Andante (5 euros de transporte urbano libre durante un día). De la gestión del teleférico se encarga Vila Nova de Gaia y no Oporto, con gestión privada. Algunas voces piden que se constituya en transporte público para trabajadores y no se destine únicamente a turistas.

Si el viajero se encuentra en la baixa puede hacer el viaje sólo de ida por unos 5 euros y medio para luego recorrer a pie el puente Dom Luis y volver a la Baixa a pie por callejuelas encantadoras o bien usar el funicular para el descenso. En resumidas cuentas, otro entretenimiento para gastar el dinero, como visitar bodegas de vinos como Sandeman, viajar en el minicrucero de los siete puentes o hacer un tour por la ciudad en autobuses turísticos. El viajero de muy bajo coste se puede ahorrar la mayor parte de estos pequeños lujos. Quien quiera disfrutar de esos caprichos debe tener en cuenta que en la mayor parte de Europa se pagan mucho más caros.

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